jueves, 7 de mayo de 2009

Porcicultura y marranadas.

La globalización se tornó en pandemia y con ello, cuando menos los Mexicanos nos volvimos exportadores netos de mucosidades tóxicas.

Mientras los gringos nos deportan compatriotas, nosotros les exportamos moquientos y en tanto esto sucede la actividad económica y los ingresos de la gente se desploman en caída libre.
El derrumbe en el Producto Interno Bruto (PIB) y según cifras del Banco de México, ronda en comparación con el año anterior en 13.2% en la industria, en los servicios 9.6%, arrastrando un decremento en el producto total de 10.8%.
Las anteriores cifras, fueron dadas a conocer antes de que los marranos mexicanos fueran condenados como culpables de la pandemia globalizada made in México, después de la marranil sentencia, y debido en parte a ella, la caída será aún más pronunciada.
En materia de empleo, se han perdido al menos 450,000 puestos de trabajo, sin contabilizar el millón de puestos laborales que el crecimiento y el desarrollo poblacional demandan. De los existentes, la precarización generalizada es la constante. La changarrización foxiana es ya una cruda realidad. Los vochos prometidos, ni en sueños existen.
La irresponsabilidad, ignorancia y avaricia, así como las decadencias psicológicas de la clase política, están provocando una psicosis colectiva marca Durock-Jersey (raza porcina), caracterizada por obsesiones patológicas y verdaderas enfermedades de origen psicosomático.
En los consultorios médicos, se reciben reportes de síntomas como irritación de garganta, malestar general, desanimo, depresión, etc. Las ventas de “medicamentos preventivos”, se han disparado, al igual que la compra excesiva de alimentos, utensilios de seguridad personal, como también termómetros e instrumentos de medición de sintomatología; como si lo que se viviera fuera una contaminación nuclear o una guerra bacteriológica.
Los hábitos de la gente, han empezado a variar, ahora muchos usan guantes y se lavan constantemente las manos, tienen miedo a salir a la calle y piensan continuamente que están contaminados por el virus de marras. La paranoia es el verdadero virus.
Insomnio, ansiedad, angustia y depresión, son las palpables consecuencias provocadas por una cruza de la clase política ignorante y prevaricadora, con sus avariciosos patrones; los dueños de laboratorios farmacológicos.
Mientras tanto la porcicultura y el precio de la carne de cerdo, seguirán en picada. No cabe duda, la ignorancia, la desinformación y la avaricia se han adueñado de los gobernantes

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